jueves, 18 de diciembre de 2008

Fue una detención más.

Iba caminando por la calle despacio y tranquilo. Ya era noche cerrada, a pesar de que no eran ni las siete de la tarde y había 30 grados en aquella pequeña isla. Muy poca luz, pues las farolas en ese tramo de la ciudad escaseaban. De repente se le cruzaron varios policías, le rodearon y comenzaron a darle patadas antes de detenerle. Se lo llevaron.

Le condujeron hasta los calabozos y ahí siguieron pegándole hasta dejarlo inconsciente. Ese mismo día fueron detenidas cuatro personas más por tener ideas distintas a las del régimen.

Fueron pasando los días y las semanas y seguía sin ser liberado. En muchas ocasiones le tenían atado de pies y manos y de espaldas a una barra de hierro. Cada policía que entraba le decía que confesara y después lo golpeaba. La única cómida que le llegaba a sus manos, se la enviaban sus familiares, ya que el gobierno no da de comer a los presos. Eso ocurría cuando no se la comían los policías antes, claro. Llegó un momento en que su desesperación era tal, que él mismo golpeó su cabeza contra una pared para quitarse la vida. Por suerte no sólo no lo consiguió, sino que aquel hecho junto a la presión internacional hizo que le liberaran al fin, tras meses de angustia por parte de todos. Él tuvo suerte, ya que no le mataron. Otros, yacen en esas tierras volcánicas o han desaparecido tragados por el oceáno.

Más de quince años después, él sigue viviendo en su país y nada ha cambiado. Ha sido detenido alguna vez más, mientras continúa gobernando el mismo dictador con el beneplácito de la ONU. Sí, la ONU, esa Organización que redactó la Declaración de los Derechos Humanos hace ahora 60 años. Es una incongruencia, pero así está el mundo. Y ésta no es más que otra "bonita" postal de lo que sucede por ahí, un pequeño apunte con un lectura muy clara. Dependiendo de los intereses en juego, se cierran los ojos a determinadas aberraciones que se practican con personas de carne y hueso. Torturas, detenciones ilegales, muertes, gobiernos ilegítimos en países que pertenecen a la ONU... y no se hace nada. A veces da asco vivir en este mundo. A veces, 60 años no suponen un avance tan claro como nos quieren hacer ver. No somos tontos, por mucho que así lo crean unos cuantos.

4 comentarios:

  1. Hola Corde:

    Llevo unos días descubriendo este precioso rincón tuyo y he de confesarte que me gusta muchísimo.

    Me gusta lo que escribes y cómo lo escribes. También la intención, cuando la adivino.

    El post de hoy es duro porque no es ficción. ¿Cuántos seres humanos habrás vivido esa experiencia terrible? Y lo que es peor, ¿cuántos la estarán viviendo aún hoy o la vivirán mañana?

    En un mes en el que se celebra el 60 aniversario de la Declaración de Derechos Humanos, resulta obsceno mirar a los gobiernos de determinados países.

    Por cierto, Corde, como sé que te gusta mucho el cine, no sé si viste un documental el martes en la 2 sobre los Derechos Humanos tratados en el cine. Estuvo muy bien, lamento no acordarme del título. Lo narraba, eso sí, Antonio Banderas.

    Os lo recomiendo.

    Hasta luego, Corde.

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  2. Buscaré el documental, Julien, ya que no lo vi. Pero sí que he visto una infinidad de documentales de este tipo, sólo que me extraña que siendo una antigusa colonia, nunca se haya publicado nada sobre esto. Y es una pena.

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  3. La ONU, y casi todos los políticos, nos hablan de injusticia, de derechos humanos, en contra de las dictaduras... sólo de aquellos lugares en los que les interesa. Cuando no es así, cuando no pueden sacar ningúntipo de beneficio ¿qué más da si todo sigue igual otros 60 años? La verdad es que es repugnante.

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  4. Sólo ocurre lo que sale en la tele todos los días, que es lo que algunos deciden que salga.

    Lo demás no ocurre. O para el caso, como si no ocurriera.

    Da asco vivir en este mundo, pero no a veces. Casi siempre. Por eso las cosas buenas son tan valiosas.

    Un abrazo enorme.

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