domingo, 25 de octubre de 2009

Hoja caduca, hoja perenne.

Foto: Blanca G. M.

Por si alguien no se ha dado cuenta porque anda despistado o en su tierra no ha empeorado el tiempo, ya es otoño. Las hojas caducas van cayendo y los árboles se ven desnudos y sin protección durante largos meses, perdiendo de paso su sex-appeal -eso me han dicho-. En esta estación, muchas personas pierden esas "hojas" que le cubren , que le protegen del mundo. Pueden perder el humor más socarrón, la positividad, la alegría, la esperanza... El otoño puede afectar en muchos grados y ya sabemos que cada persona es un mundo.

A mí en particular me afecta y mucho. Comienzan los cambios de tiempo, las lluvias, cae la noche antes - a partir de hoy va a ser un horror-, la luz es distinta... Desde que ha empezado el otoño de verdad -para mí empieza en octubre cuando el cierzo aparece- sólo he escrito una vez en el blog y me cuesta hacer cada cosa un potosí. Los dolores se triplican, suelo ponerme enferma -esta vez ha sido el Crohn, mañana maravillosa colonoscopia- y me cuesta levantarme más de lo normal porque no duermo bien. Y eso que este año me siento mucho mejor que antaño. Vivo en pareja y eso me ha hecho más fuerte, lo sé, me voy conociendo. Mientras caen mis hojas caducas, van apareciendo hojas perennes que construimos con amor y esfuerzo. Y cuando una esta mal, la otra le ayuda y viceversa. Y si un día nos encontramos mal las dos, dejamos que pase, sabiendo que mañana será otro día. Es mucho más bonito vivir el otoño acompañada, por eso este año sufro menos. Otro motivo para sentirme feliz.

Así que si sois de los que en esta estación veis todo gris, pensad más allá de vuestra inseguridad y apoyaos en lo que os mantiene a flote en los momentos malos. Pensad en lo bueno que vendrá e id dando pasitos poco a poco, aunque sean cortos. Yo es lo que pienso hacer. Y da igual si vivís solos o con una ristra de gente en casa. La soledad es muy jodida y aparece en los lugares más insospechados. De hecho el sentimiento de soledad y el otoño van de la mano. Yo no me pienso dejar, porque espero cosas grandes de este otoño, del invierno y de la primavera que vendrá. No pienso perder más hojas que las estrictamente necesarias y no voy a perder mi arma secreta, mi sex-appeal. Quien me conozca sabe que estoy buenorra de la muerte. ¡Hala pues!


"Se va la tarde y me deja
la queja
que mañana será vieja
de una balada en otoño".

domingo, 4 de octubre de 2009

Una mirada, un amor.

Dino Valls: "Mañana será nunca"

Estaban sentados, abatidos y tristes en una casa que de repente, por causas ajenas a ellos, se había vuelto sombría, sin vida interior. Ninguno sabía muy bien por qué el otro tenía ganas de llorar o de gritar con fuerza. En ese pequeño apartamento la vida les asfixiaba, así que muy sabiamente uno le dijo al otro:
- Salgamos a que nos dé el aire un poco-.

Se vistieron casi sin ganas, sin mirarse apenas... Y eso que el amor entre ellos era como una roca volcánica: dura, resistente y ardiente al mismo tiempo. Y en cuanto salieron de casa el rictus de sus caras cambió por completo. Se dieron la mano como solían hacer, sonrieron con algo de tristeza y llegaron a un bar cercano pero desconocido.

Enseguida se produjo el chispazo, la vuelta a la vida. Se miraron a los ojos, unos ojos llenos de contenida emoción, brillantes, casi a punto de explotar. Y la conexión volvió a aquellas almas gemelas. Casi sin hablar, mediante miradas, confesaron el amor del uno hacia el otro, la felicidad y el orgullo de quien ama y se siente amado. Hicieron el amor a una distancia prudencial, había casi medio metro entre ellos . Se puede hacer el amor de muchas maneras, incluso sin hablar ni tocarse más que las manos... Hasta se ama viendo cómo come la otra persona, cómo abre de forma sugerente su boca y se entrevé la punta de la lengua en contacto con los alimentos. Se amaron durante un buen rato, sin sentirse observados. Más que nada porque se creó tal burbuja que no tuvieron constancia de existencia alguna. Tras beber algo y comer lo mínimo volvieron a casa.

Aquella casa ya no era la de antes. La luz había vuelto a iluminarla, porque las almas que la habitaban volvían a arder. Y es que una casa sin alma no es nada. Y el alma la ponen aquellos que viven en ella. Una casa es hermosa si los que la habitan se aman y es un horror si en ese lugar hay dolor en vez de amor. Mañana puede ser tarde. Lo ideal es que, las almas que habitan una casa no se vayan a la cama sin sentir el amor que saben que se tienen.
Mañana será nunca.