sábado, 23 de mayo de 2009

Frida y La Llorona.




LEYENDA... Una mujer, un hombre, un desamor, un río, un hijo muerto, un suicidio y un lamento que aún hoy se oye...

REALIDAD... Una mujer, un hombre, un accidente, una incapacidad, frustración y creatividad dolorosa a la par que vital.

¿La leyenda? LA LLORONA. ¿La realidad? FRIDA KAHLO. Juzguen ustedes mismos.


Sí, he vuelto. Lloro sin llorar y río sin reír. Estoy felizmente dolorida. Y lo de la felicidad va en serio.

domingo, 3 de mayo de 2009

Contadores de historias...

Como maestra, me encantaría saber contar historias, tener ese don que sé objetivamente que no tengo -de momento-. Ahora que estoy dando historia de España (esta semana he comenzado la edad moderna), sería feliz si mis alumnos disfrutaran con lo que les cuento, ya que la historia son vidas contadas cronológicamente y según el matiz que emplees al contarlas, serán historias apasionantes o serán verdaderos quebraderos de cabeza para unos chavales que no valoran lo suficiente esta asignatura, porque piensan que sólo existe el presente y el ahora más inmediato.

Como persona, sería feliz contando historias a aquellos que quisieran escucharme. No me importa tanto el medio como el hecho de tener una necesidad de transmitir correctamente lo que siento, lo que pienso y lo que me gustaría que experimentaran los demás. Y, claro, si hablo consecuentemente, sé que no soy una virtuosa en el arte de expresarme de la manera más adecuada en el momento más oportuno.

Así que, sabiéndome cuando menos más aprendiz que maestra en estas lides, voy a intentar resumir el placer que me produce una historia bien contada.

Cuando leo la primera frase estoy excitada a la par que expectante. La primera impresión puede condicionarme el resto de la lectura, me ha pasado infinidad de veces.

Si después del primer párrafo estoy enganchada y ya no puedo dejar de leer sonrío para mí, porque soy consciente de que voy a vivir un momento de felicidad, aunque sea el texto más duro que pueda imaginar. Si por el contrario no he conseguido aferrarme a las palabras, leo para saber si la historia mejora en las sucesivas líneas o es que me he encontrado con uno de aquellos que no tienen el don o no lo han adquirido por mucho que lo hayan trabajado.

Si a lo largo de la historia imagino cada situación, cada paisaje, cada cualidad o cada conversación, sé que esa vivencia va a pasar a formar parte de mí. Si la imaginación no fluye, dejo de leer porque entonces sí que ya no tiene remedio.

Y si el final es feliz y me siento así, es que ha sido una historia maravillosa. Y si el final me deja tirada llorando por la pena ajena o me mantiene sin aliento o, incluso, me deja confundida, ese relato ha conseguido lo que perseguía, meterme dentro de él.

Es maravilloso leer y escuchar a los contadores de historias. Será maravilloso si un día logro transmitir tanto en cada texto que escriba o cada lección que explique. Voy a seguir intentándolo, ¿por qué no? Al fin y al cabo el que no lo intenta nunca tiene la posibilidad de conseguirlo...

Os dejo una bonita historia cantada. De Serrat, claro.



PD: Gracias a aquellos que logran emocionarme con sus historias blogueriles o de cualquier otro tipo. Algunos sabéis quiénes sois porque os lo he dicho y lo he demostrado de mil maneras. Gracias por ayudarme a mejorar en tantos y tantos aspectos en los que vosotros sois maestros y yo intento ser una alumna aplicada.