sábado, 20 de agosto de 2011

Una jornada particular... y un cuadro espectacular.

Maricarmen Giménez. 1934

Este cuadro me lo regalaron hace dos días. Tiene un especial significado para mí, pues está pintado por mi yaya. Y yo, hasta ahora, no tenía nada que me recordara a ella. Es el regalo más bonito que me han hecho nunca (respetando regalos preciosos que he recibido de personas a las que quiero profundamente) y, que me lo haya regalado mi tía, significa mucho para mí. Claro que la jornada había comenzado mucho antes.

Justo hace dos días pasamos una tarde preciosa, especial, emotiva... Comer una buena paella con la mejor compañía lo hace todo muy fácil, de verdad. Y esa casa es un refugio hermoso, que te ayuda a conversar tranquilamente, sin atropellos, sintiéndote escuchada. Ese ambiente se da gracias a cómo son mis tíos y también a cómo han hecho de una casa un hogar de verdad.

Tras la comida -y siempre después de recordar viejos tiempos echándome en la misma cama donde dormía cuando viví allí- seguimos con la conversación en el salón más acogedor que he encontrado nunca. Mis tíos tienen una manera de ver las cosas muy lógica y similar a lo que yo considero que debe ser la vida, lo que hace que estemos en buena sintonía. Mi tía es dulce, muy educada, sensible... ¡Pura dinamita! Si te tiene que decir algo o si duda de que estés actuando correctamente, también te lo va a decir, que ser buena no significa ser tonta. Y mi tío sabe de todo, todo lo conoce, todo lo estudia... Es muy meticuloso, pero también tiene un gran sentido del humor y es un poco pillín.
Afables, divertidos, cultos y... ¡hasta deportistas! Lo que yo querría ser de mayor, vaya.

Tras bebernos unos mojitos espléndidos que hace mi tía, esas virtudes crecieron todavía más y comenzó un ritual catártico que para mí culminó con el regalo de la noche (y eso que ya me habían hecho un regalo por mi cumpleaños). Ella bajó disimuladamente al piso de abajo, trajo un cuadro y me dijo: "Es el cuadro preferido de esta casa y es para ti. Lo he estado pensando durante dos horas y creo que es lo mejor que puedo hacer, dártelo en vida". Y yo me quedé parada, emocionada y atontada, sin saber qué decir. Seguramente dije muchas cosas, pero ni de casualidad se acercan a la gratitud que siento, porque por fin mi casa se parece más a un hogar gracias a ellos. Hay algo que forma parte de mi vida y de mis sentimientos en esta casa desde aquel día.

Mis tíos, que son muy generosos, son nuestros testigos de boda. Creo que es otro detalle que los define. Soy muy afortunada de que me quieran porque yo a ellos los adoro.
Y creo que mi tía se parece muchísimo a mi abuela... ¡Muchísimo! Y mi abuela era la mejor persona de este mundo, así que mi tía no le va a la zaga, no. Y muchas veces en su mirada veo a la yaya y soy feliz.

Para vosotros, Blanca y Antonio: