viernes, 18 de septiembre de 2009

¡Jaaaaa, la paya eeesta!




¡Tá comprobaooo!. Dos semanas con los ninyos eshos y ya soy una más, paaaaya. Esde aora esta soi llo. En casa y tóó. Asina m'equedao. ¡Y anios que me queeedaaan! No sabo escriví y no savo hablá. Asina, oigan.


Jaaa! y esta es la nueva muuuuusica que me guuuushta, güeeeeno, que le gusta a los payos de nosostro los gitaaano.

PD: Los malos payos ponen nuncios antes de las cansiones, mala llerba les coma por dentro.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Bajando por la montaña rusa.

Didier LourenÇo

Cualquiera que me conozca o que sea una persona asidua a este lugar perdido de la mano del mismísimo, sabe que soy carne de psicólogos varios. Lo que quiero decir es que soy una persona bastante complicada, tanto interior como exteriormente (difícil de ver, diría yo) y que por lo menos hay una persona en este mundo que se compró un piso con lo que le pagué para que me arreglara el alma y la cabeza.

La psicóloga me dio unas pautas durante cinco años -¿ya os he dicho que le puse un piso?- y creo que me ayudó en lo fundamental. Sigo viviendo y a ratitos, como todo el mundo, soy feliz. Pero como "buena psicoanalista" creo sinceramente que no me dotó de algunas herramientas fundamentales para que mi ser no cayese una y otra vez en un bucle del que cuesta salir, aunque se sale.

En ocasiones apuro tanto... No me dejo dominar por las múltiples llamadas del estrés del cuerpo y el alma que, llegado el momento, todo estalla y sale mi angustia por todos los poros de mi piel. Y así estamos.

Si me pongo a analizar lo que me estresa de manera objetiva, casi todo tiene solución. Supongo que es un ejercicio que debo hacer, que estoy haciendo y seguiré trabajando en un futuro.

Todo tiene solución menos la muerte. Así que el tema del curro, el piso, la familia política, mi mala salud de hierro, mi inseguridad y mis miedos tienen remedio. Lo que no tiene mucho remedio es ver cómo mi madre poco a poco pierde comba y, aunque sé que es ley de vida, creo que es lo que más me duele. Me angustia pensar en una llamada un día, en un ingreso que se complica poco a poco...

La diferencia entre las otras ocasiones en que veo un precipicio es que ahora me siento acompañada, hay alguien que me cuida sin condiciones y a la que yo cuido cuando los términos se invierten. Me puedo quitar las corazas y contarle mi sufrimiento y ella, que no es ajena al término llamado depresión, me entiende y me ayuda. No huye como hicieron otros, sé que va a estar en las alegrías y en las penas... Y una leve sonrisa casi ilumina mi rostro gracias a ella.

PD: Chaplin siempre lo tuvo claro. Os dejo un guiño a la vida. A ver si aprendo.