lunes, 22 de marzo de 2010

El concierto soñado.

Fotos: Pilar Solart

Si ayer hubiera salido a algún sitio habría sido para ver el concierto de Marta de la Aldea y Antonio Toledo en La Campana de los Perdidos. Ella tiene una voz llena de fuerza que transmite y él tañe la guitarra que es una delicia -el mejor guitarrista de Ejpaña, señores-.

Si ayer hubiera ido a La Campana habría disfrutado no sólo de su música, sino también de su compañía, algo que necesitaba desde hace tiempo. Y me hubiera encontrado con Rodo, con Elena, con Susana y con María José, que son de un majo que no se pué aguantar.

Seguro que habrían conocido al delicioso ser que me acompaña en la vida desde hace casi un año y además habrían conectado. Probablemente habrían dicho que gracias a ella me he redescubierto, que se me nota feliz y mucho más tranquila. Y habrían tenido razón.

Y Marta nos habría hecho reír con ese desparpajo que tiene hablando, aunque sea nervioso. Y puede que Antonio, al final se arrancase no por bulerías, sino por imitaciones de lo más variopintas. Nos hubiéramos reído, seguro.

Puede que hasta nos hubiesen dedicado una canción y que me hubiera emocionado y eso me hubiera llevado a beber más deprisa y me dejara un poco tocada. Puede ser, no digo yo que no...

El caso es que de un tiempo a esta parte me cuesta mucho distinguir realidad y ficción, así que puede ser que tras el concierto entabláramos conversación amena, sólo diluida por un moscón muy borracho. De ser así, me hubiera gustado que aquello hubiese durado toda la noche, pero ninguno habríamos tenido cuerpo para pasar más allá de la barrera de las 2 de la mañana. Creo que yo la primera, porque hoy tendría una resaca y un dolor de todo que no se podría aguantar. Si hubiera bebido tres cervezas y un chupito, claro.

Incluso podría haber sido una noche mágica para mí, vivida con el amor de mi vida y compartiendo charradas con gente a la que de verdad estimo. Puede ser.

Pudo ser verdad o no, no me acuerdo. A veces los sueños te hacen vivir momentos ideales, pero irreales y otras veces la realidad supera mil veces a la ficción, que también es posible.

Hoy me he levantado canturreando "La boda" de Javier Ruibal con voz femenina... Puede ser que todo esto pasara anoche, puede ser.


lunes, 15 de marzo de 2010

Tango vs. mudanza

Julia Aguiar

Mudarse mata. Mudarse perjudica gravemente su salud y la de los que están alrededor. Mudarse puede matar... Y en eso estamos, con nuestra vida en cajas y el cansancio como mejor amigo.

La mudanza genera estrés, mucho estrés, too much. Algunos amigos nos han dicho que es como una prueba de fuego para la pareja. Y si lo superas, ya tienes mucho ganado.

Y ahí nos veis, intentando completar una mudanza sin escuchar a los libros que nos gritan que les saquemos de ahí y muchos otros quejidos más. Porque como en toda mudanza que se precie -aquí no admitimos pijos a los que la vida se lo da todo hecho- no hay dinero para estanterías, ni para otras muchas cosas... Bueno, para una cosa sí.

El viernes pasado cumplimos 11 meses como pareja, ese casi un año que celebramos viendo una exposición -lo gratis nos mola y si es Aute, más-, cenando nuestra comida fetiche -jejeje, no se puede contar, pero es barata- y fumando una pipa de la paz -al lado de casa por si nos perdíamos-.

Sí, la mudanza genera estrés, te arruina y te llevas disgustos varios. Pero aquellos que nos conozcan y se acerquen esta primavera por estos lares, podrán observar cómo la casa toma forma y nuestra relación se afianza aún más si cabe. Y si ese día no llueve -¿alguien me puede decir qué ha pasado este invierno con la lluvia?-, si ya hay sillas marca Ámbar -prestadas por algún bar- y si nos apetece a las dueñas de tan dichoso hogar, podrán observar cómo se bailan unos tanguitos en tan amplio y amoroso hogar. Dicho queda.