lunes, 29 de diciembre de 2008

La lista interminable



Agobiada ando. Bueno, ando con las piernas que mi madre me dio, pero estas fechas no son las más idóneas para rellenar un CONCURSO DE TRASLADOS.

Cuando se aprueba la oposición de Maestra de la D.G.A, te invitan con cariño a que conozcas tu Comunidad (hace años era el país). Te mandan al culo del mundo con un poco de suerte y, conforme vas ganando puntitos, te vas acercando al lugar en el cual quieres quedarte. Es un juego muy chulo, si no fuera porque si una tiene la "fortuna" de ser de la capital -y encima le gusta- no volverá a trabajar en ella hasta que no cumpla los 45, más o menos.

Y en eso estamos malgastando el tiempo durante las navidades. Rellenando todos los pueblos donde ha salido una plaza, aunque no sepa si en un pueblo determinado necesitan a un maestro de primaria, de música o un PT. Teniendo en cuenta que elijo la penúltima de toda primaria y que no quiero volver a dar clases de E.F., pues me ha dado el bajoncillo y estoy pasando bastante del tema. Paso tanto que casi no he empezado todavía y me queda un día.

Así que: De Aineto a Mosqueruela; de Cantavieja a Benabarre; de Caspe a Novallas; de Paules de Sarsa a Maella; desde el Valle del Ebro al Valle de Broto, a la Sierra de Albarracín, al Maestrazgo, al Moncayo, a las Cuencas Mineras... Vamos, que tengo un gran caqmino que recorrer. En realidad da igual, porque el truco es que yo no elijo, sólo ordeno por preferencia y me tocará donde me toque y allí me quedaré una temporada. Y lo único que me preocupa es que no sea un pueblo horrendo -casi todo el valle del Ebro lo es-, que no haya una mala carretera -casi imposible- y que haya un hospital cercano -me parto la caja-. Así que no pido mucho ¿no?

sábado, 27 de diciembre de 2008

In love?



He roto con mi promesa y me he enamorado de ti. Hace tanto que no me enamoro (quizás nunca lo he hecho), que no estoy segura si es éste el sentimiento, pero me emociono al verte. Andas despistado, no te das cuenta... o quizás es desconocimento. Soy bastante torpe en lo concerniente a todo el rollo ese del flirteo, las insinuaciones... Y creo que además no estás a mi alcance, aunque espero que sea mi inseguridad la que habla. Entre tu timidez y mi desastroso ser dudo que averigüe si te gusto algo o no. Me preocupa perdeme tu sonrisa, tus susurros, tus comentarios acertados y tus abrazos que logran abarcarme entera.

No vas a leer esto y por eso lo escribo. Escribo para que mi ilusión no se ahogue. Y esta noche, si te veo, volveré a sonreír como una idiota mientras tú te bebes esa Guinness que tanto te gusta.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Infelicidad navideña.



Quiero decírtelo todo, pero no me sale nada. Mi voz quiere emitir los sonidos correctos para animarte, para quererte, para decir que todo va a ir bien. Y me encuentro con que no sale nada que pueda reconfortarte.

Son días alegres para algunos y tristes para otros. Y sé cómo te sientes. No nos pueden obligar a ser felices cuando no lo somos, por mucho espíritu navideño que nos quieran hacer llegar. Tienes derecho a sentirte mal, ¡sólo faltaría éso! Y nadie, nadie te puede juzgar. Los que te juzgan no tienen ni idea de tu situación, de tus sentimientos... Hablan por hablar. Porque hablar de lo que no se sabe es fácil. Escupes lo que te sale por la boca y ya está. Sin remordimientos, sin tacto, ni conocimiento de que lo dicho puede afectar.

Y en estos momentos sólo quiero que no sufras. Quiero lo mejor para ti, aunque sé que ahora es imposible conseguirlo. Y aquí me tienes, para ayudarte en lo que pueda. Porque la amistad es ésto. La amistad no consiste en huir si las cosas se complican. Y yo no me voy a ir a ningún sitio.

Que pasen estos días rapidito y nos podamos volver a ver. Nos vemos en un abrir y cerrar de ojos. Yo llevaré una sonrisa en la maleta y mucho amor. Tú ya me lo diste en su día.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Fue una detención más.

Iba caminando por la calle despacio y tranquilo. Ya era noche cerrada, a pesar de que no eran ni las siete de la tarde y había 30 grados en aquella pequeña isla. Muy poca luz, pues las farolas en ese tramo de la ciudad escaseaban. De repente se le cruzaron varios policías, le rodearon y comenzaron a darle patadas antes de detenerle. Se lo llevaron.

Le condujeron hasta los calabozos y ahí siguieron pegándole hasta dejarlo inconsciente. Ese mismo día fueron detenidas cuatro personas más por tener ideas distintas a las del régimen.

Fueron pasando los días y las semanas y seguía sin ser liberado. En muchas ocasiones le tenían atado de pies y manos y de espaldas a una barra de hierro. Cada policía que entraba le decía que confesara y después lo golpeaba. La única cómida que le llegaba a sus manos, se la enviaban sus familiares, ya que el gobierno no da de comer a los presos. Eso ocurría cuando no se la comían los policías antes, claro. Llegó un momento en que su desesperación era tal, que él mismo golpeó su cabeza contra una pared para quitarse la vida. Por suerte no sólo no lo consiguió, sino que aquel hecho junto a la presión internacional hizo que le liberaran al fin, tras meses de angustia por parte de todos. Él tuvo suerte, ya que no le mataron. Otros, yacen en esas tierras volcánicas o han desaparecido tragados por el oceáno.

Más de quince años después, él sigue viviendo en su país y nada ha cambiado. Ha sido detenido alguna vez más, mientras continúa gobernando el mismo dictador con el beneplácito de la ONU. Sí, la ONU, esa Organización que redactó la Declaración de los Derechos Humanos hace ahora 60 años. Es una incongruencia, pero así está el mundo. Y ésta no es más que otra "bonita" postal de lo que sucede por ahí, un pequeño apunte con un lectura muy clara. Dependiendo de los intereses en juego, se cierran los ojos a determinadas aberraciones que se practican con personas de carne y hueso. Torturas, detenciones ilegales, muertes, gobiernos ilegítimos en países que pertenecen a la ONU... y no se hace nada. A veces da asco vivir en este mundo. A veces, 60 años no suponen un avance tan claro como nos quieren hacer ver. No somos tontos, por mucho que así lo crean unos cuantos.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Al mal tiempo, buena calva.

En estos días de grandes nevadas, temporales por todas partes y un frío que pela, no he salido casi de casa. Sólo he salido para coger taxis (o tati taxista) y buses para que me llevasen al médico. Así que mi perspectiva meteorológica es un poco subjetiva. O era. Porque hoy he visto algo que me ha hecho pensar. Os cuento.

Eran las 10 a.m. del lunes 15 de diciembre. Unos 4 grados y cierzo. Es un frío considerable, pero no es para echarse a temblar. En Zaragoza sabemos que la niebla y el cierzo son nuestros enemigos a batir cuando salimos de nuestro cómodo sofá. Bueno, al menos deberíamos saberlo, porque hay algunos que no se pispan.

Desde el autobús veo a un señor, de mediana edad luchando contra el viento. En teoría no debería ser una lucha en plan -cuidado que me tiras, cabrón-, pero lo parecía. El hombre en cuestión sujeta algo con fuerza y primor, su cabellera. Inevitablemente me fijo en él y en su pelo, el cual se diferencia en dos partes: la parte baja castaña oscura y la parte más alta (con flequillo recogido) que es bastante más clara. Y cuando ya estoy dejando de mirar, cuando sólo un ojo se fijaba en él...¡chás!... se desprende un trozo de peluca. Ni siquiera me he reído ni nada, sólo me he dedicado a pensar mientras él seguía con su pelea.

Cada uno vivimos en un lugar donde igual no es factible llevar puestas algunas prendas, etc, no sé si me explico. Siendo de Zaragoza hay que saber unas cuantas cosas que podemos evitar. En días de viento da igual si te peinas o no, vas a terminar como al viento le apetezca. Tampoco es imprescindible llevar faldas que tengan vuelo, a no ser que quieras que te vean el tanga y como plus te cojas la pulmonía del siglo. Y no entiendo muy bien lo de la tripa al aire, ni los escotes de aquí a Pamplona sin cubrir. Lo mismo digo con llevar pelucas de tres al cuarto. Pero bueno, allá cada cual, mientras después la peña no se queje. Es como si vives en Prince George (Canadá) a 28 grados bajo cero y te pones una minifalda y tacones cuando está nevando. Así que, si me hacen el favor... Al mal tiempo, un buen abrigo, por lo menos.

PD: ¿Jugamos a un juego? Dime de dónde eres y qué particularismo meteorológico te afecta. Por si viajo... algún día.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Mi libertad es mi pensamiento.



Desde la cama de mi hermana, en la casa de mis padres, veo el atardecer otoñal de Zaragoza. Entre algunas nubes, observo el rojo y rosa tras los edificios y no puedo más que dejar volar mi imaginación. Sí, estoy en la cama, pero soy libre; Aunque oiga gritos, soy libre; Sin nadie que me escuche, soy libre; A pesar de todo, soy libre.

Soy libre porque pienso lo que quiero y nadie puede meterse con eso. La libertad no entiende de parámetros, porque es un sentimiento y para cada persona significa una cosa. Podemos estar atrapados por mil causas, pero sentirnos libres sólo por una. Y viceversa, claro. Nadie nos explicó nunca que la libertad es la única palabra con millones de aristas y por eso es tan complejo definirla y tan fácil sentirla.

Yo me siento libre ahora, pero dentro de un rato quién sabe... Otra dualidad permanente a la que enfrentarme... si quiero, claro, porque soy libre de hacerlo o no.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Quise ser corresponsal y me quedé en maestra.

Desde pequeña, siempre quise dedicarme a la información y comunicación. Recuerdo las mañanas de domingo leyendo el periódico -siempre empezando desde la contraportada- cuando el Heraldo era tan grande que era casi imposible manejarlo. Y no tenía más de ocho años.

Pero fue cuando empecé a ver Informe Semanal, con la canción de Chiquitita todavía, cuando la fascinación por los reporteros, corresponsales, etc me golpeó de lleno. Y con ese programa aprendí tanto que cuando tengo ocasión, aún lo veo. Tenía diez años cuando vi la erupción del Nevado del Ruiz y a Omaira ahogándose poco a poco en directo. Vi también la muerte de Ceaucescu, la caída del muro, la plaza Tiananmen... pero no sólo eso. Veía a personas que trabajaban para que eso llegase a nuestras casas. Algunas se deplazaban sólo para cubrir el acontecimiento (enviados especiales) y otros me los encontraba siempre en la misma ciudad (corresponsales). Y poco a poco me fui enterando de lo que era aquello. Los años 80 me descubrieron a la mejor corresponsal y enviada especial que he visto en mi vida: Rosa María Calaf.

Llegaron los 90 y se puso de moda ser corresponsal de guerra. Cualquiera, en un momento dado se sintió apasionada por aquello. Pero después, estudiándolo fríamente... El año que estuve en Guinea, me iba a Radio África 2000 a leer los teletipos de la agencia Efe. Disfrutaba como una enana. Incluso cubrí el evento (familiarmente hablando) de la visita de González a Malabo, grabando su discurso a 4 metros de él con un pin identificativo de Tve. ¡Cómo me gustaba aquello!

Al final, la vida da muchas vueltas. Recuerdo que me faltaron dos centésimas para entrar en la Complutense y mis padres no me dejaron ir a otros lugares donde la nota sí me daba. Entré en una Escuela de Comunicación en el 93 que pertenecía al Opus... Me fui, claro, porque idiota no soy y eso era una secta muy cara. También pensaba que era una injusticia que en una ciudad como Zaragoza no existiese la Facultad de Información. Nos decían que pronto llegaría y han tenido que pasar 15 años -si no más- para que fuese realidad. Tenemos periodismo ya en Zaragoza, pero sólo estudiando por lo privado.

Ahora, a Rosa María Calaf la jubilan. Se acoge al Ere y deja la corresponsalía de Asia-Pacífico. Y a mi querida Rosa Molló la trasladan de NY a Pekín... Y hay otros grandes corresponsales, no solo de Tve, que me recuerdan día a día que yo quise dedicarme a ello. De momento me conformo con comentar en los blogs de éstas y otras personas que nos traen noticias desde cualquier punto del mundo. Quizás llegue un día en que lo piense mejor, guarde el título de maestra y quiera estudiar para llegar a ser eso. Quizás, claro.

martes, 2 de diciembre de 2008

¿Es amor?



El amor puede ser una gran putada. Y uso esa palabra porque ahora mismo no encuentro otra. Quizás por eso me cuesta tanto mantener una relación de pareja con alguien. Me pueden llamar cobarde, pero en días como hoy, prefiero ser el Llanero Solitario (en plan chica) que sentir el dolor de alguien que sigue amando a pesar de lo que el otro le ha hecho. Y es que no es ni la primera vez, ni la segunda, que veo como una mujer sufre por algún tío desalmado que ha destrozado su autoestima hasta dejarla sin ganas de nada. Llámenlo nada, maltrato, vejaciones, insultos o incluso discusiones, como dicen algunos. No importa el término que se use cuando la que se queda destrozada es una persona a la que quiero y por la que me preocupo. Y sé que no tienen la culpa todos los hombres de la faz de la tierra. Pero lo he vivido desde pequeña y me da cierto repelús pensar que estas cosas seguirán pasando y que yo puedo sufrirlo algún día. Supongo que es otro trauma a añadir a mi lista. O quizás no. Quizás no soy tan idiota como pienso y prefiero vivir sola que mal acompañada. Mañana igual recupero la credibilidad en el sexo opuesto. Hoy, sin embargo, me voy cabreada a la cama.