lunes, 24 de enero de 2011

Mi Audrey Hepburn.


Yo creo que la escogí al nacer. O ella a mí. No lo tengo muy claro, ni tampoco está hablado. No hace falta. Sólo sé que es mi mayor recuerdo del pasado (el mejor junto a mi yaya), que es una flor entre tanta mala hierba y que estoy orgullosa de que me acompañara aquel día de septiembre. Y lo que nos queda.

Ya de pequeña era ella la que se ocupaba de mí. Supongo que para alguien siete años mayor que yo, tampoco era tan bonito tener a una mocosa pegada todo el día. Aunque yo creo que era bastante autónoma, pero no lo suficiente como para hacerme las cosas de la vida cotidiana.

Sí que recuerdo cómo me empezó a meter el gusanillo de la gimnasia rítmica. Cómo me tiraba y me recogía y si me hacía daño me decía: "Si lloras ya no jugaré más contigo". Y yo, que estaba ensimismada, cortaba mi llanto y me sorbía los mocos. Y siempre fijándome en ella, que era para mí como esas estrellas que otros idolatran, tan elegante como su "Audrey".

Aunque ya era un poco salvaje, fui entrenada por ella un par de años, lo recuerdo muy bien. Fueron mis dulces diez y once años. Supongo que fue casi una pesadilla para ella, pero que conste que para mí, a veces era una tortura china. Las del equipo lo pasábamos muy bien, nos divertíamos y éramos una piña. Ella exigía, pero sobre todo me exigía a mí y no me perdonaba ni una. Cuando llegábamos a casa, me seguía "machacando". Recuerdo cómo me ponía con las piernas abiertas y yo tenía que alcanzar una moneda de cien pesetas con las manos, de tal manera que lograra tocar el pecho con el suelo, pero ella la iba alejando más y más para que mantuviese esa posición que, sinceramente, me dolía. Al final, si me había esforzado lo suficiente me daba el dinero.
En esa época experimenté algo muy raro. Ella me entrenaba, pero yo nunca salía en los campeonatos -algo muy duro para una persona competitiva y deportista como yo-. Yo siempre decía: "Es que, aunque sea mi hermana, me tiene manía". Vale, no era la mejor ni de casualidad, pero una vez llegó a sacar a una niña muy sosa -pero mucho-, por no sacarme a mí. Ella dice que no lo recuerda, pero eso a mí se me ha quedado clavado. Lo último que me dijo como entrenadora fue: "Yo creo que serás más buena si sigues jugando al baloncesto y dejas la gimnasia"... Tenía razón.

Cuando llegué a la más tierna pubertad, ella ya me explicaba casi todas sus cosas. Me dejaba ropa, me enseñó a pintarme, cotilleábamos sobre sus novios y me hablaba de moda -a ella le apasiona-. En vez de alejarnos en esa época, creo que nos unimos más, porque por fin podía hablar conmigo un poco más seriamente. Me regaló mi primer libro de Katharine Hepburn (soy una frikie), me sacaba de vez en cuando a la zona de marcha de los mayores, me aconsejaba...creo que en todo menos en los estudios y en el baloncesto.

Después pasaron cosas, demasiadas como para que ella aguantara por estos lares y tuvo que emigrar. Aún en la distancia, nos seguíamos escribiendo y apoyando. Fue una época muy oscura que nos marcó a las dos para siempre, pero nunca perdimos el contacto e incluso viajé a escondidas para estar con ella un mes en Irlanda. Un mes muy bonito y que tuvo sus consecuencias.

Y creo que no me equivoco si digo que nunca hemos tenido una discusión seria, una pelea. La base es que, aunque pensemos de diferente manera, las decisiones que tome una o la otra, son decisiones válidas, porque confiamos en que creemos que es lo mejor para nosotras. Hace año y pico, me apoyó cuando iniciaba una relación y me seguirá apoyando, como yo a ella. Sé que lo ha pasado mal y ella sabe que yo también. Pero las dos sabemos que, con nuestros defectos, somos buenas personas.

Tiene un hijo que es un amor. Y no es coincidencia, es que lo ha educado muy bien. A veces no le entiendo, bueno casi nunca porque habla inglés, pero disfruto con él. Es un niño sensible, educado y muy generoso... Como ella. Y lo ha criado sin padre -con unos abuelos ingleses que son otro amor-, pero se ha deslomado para darle lo mejor y si no se lo podía dar, hacer que entendiera que en realidad es un privilegiado. Creo que lo comprende y de mayor será un gran chico. Espero que los ingleses, no lo fastidien.

Ella es mi hermana, mi tati. Tengo dos más, pero no me entiendo con niguna como me entiendo con ella. Creo que es porque nos elegimos hace tiempo. Es una de las personas más importantes de mi vida. Y le agradezco que me haya cuidado como lo ha hecho. Y que lo siga haciendo, como yo también intento cuidarla a ella.

Sí, creo que soy mejor persona porque aprendí de ella. ¡Y menos mal!






8 comentarios:

  1. Cuando decís eso,pienso que os estáis burlando o algo... Yo es que no soy muy de ficción y eso, sabéis, verdad? Mmmmm, debo tener un día indeciso o algo, jeje.

    Besos a los dos.

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  2. Pos yo no se que decir mas que, me hiciste llorar y tocaste la fibra sensible !!! Te quiero xx

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  3. Ah, pero ¿no es una historia real? Yo es que me lo creo todo y me ha gustado cantidad, y más me gustaría si fuera verdad.
    Jo, si hasta he hecho un paralelismo con mi hermana que vive lejos y si tuviera un hijo hablaría inglés :)

    Aunque sea ficción me gusta :) es una bonita y tierna historia escrita con el corazón.

    Un beso.

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  4. a corderetas con mi alma26 de enero de 2011, 9:16

    Marigel, mi niña!
    A ti va dedicado este post, así que lo dicho. Gracias por ser como eres. Yo también te quiero, tati.

    __________________________

    Sue:

    Es más real la historia que la vida misma, porque yo aquí casi siempre hablo de cosas que me ocurrieron, que me pasan o que desearía que me pasaran.
    Yo lo decía más por mi falta de imaginación para contar historias ficticias... No sé, que tuve un día tonto.

    La que ha escrito con el nombre de María es mi hermana. Y sí, tengo un sobri muy pelirrojo, que habla perfecto el inglés, pero que no sabe ná de español.

    Besos de vuelta.

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  5. Tu hermana mola todo :-)

    M

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  6. a corderetas con mi alma28 de enero de 2011, 9:26

    Jajajaja, gracias, M. Sí que mola, sí. ;-)

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