
18 de Abril 1976: Mi abuela (y madrina) y yo en mi bautizo.
Siempre he recordado a mi abuela (yaya) con un especial cariño. Murió cuando aún no había cumplido los 10 años, pero se ocupó mucho de mí durante mi infancia.
Mi yaya se llamaba María del Carmen (Carmen es mi 2º nombre), pero todos la llamaban Maruja. No preguntéis porqué, no lo sé. Era fuerte, dinámica... divertida cuando tenía que serlo y también tenía su genio. Ya era viuda cuando yo nací, pero siempre estaba haciendo cosas. Era muy artista, pintaba, tocaba el piano y cocinaba de miedo. Sus albóndigas y su sopa de puerros pasarán a la historia.
Mi abuela tenía dos ahijadas que yo sepa: Mi prima Aurora y yo. Las que salimos en la foto.
La suerte que yo tenía es que la yaya vivía en Zaragoza y aunque viajaba mucho, la veía bastante. Vivía a dos minutos de mi casa y me encantaba dormir allí, aunque no lo hacía muy a menudo.
Recuerdo que la yaya me enseñó a nadar y a tirarme de cabeza. Claro que también recuerdo cómo me hacía llorar cuando me quitaba la trenza después de bañarme en la piscina y me peinaba.
Se pilló un gran disgusto un día que nos fuimos a cortar el pelo y yo me desmayé. Sé que lo pasó mal. Y tampoco le hizo gracia que con seis años (por error), me tragara una peseta mientras jugaba con mi prima y mi hermana en su casa. Recuerdo que me intentaba hacer vomitar y no había manera.
Recuerdo todos los días de piscina en el Stadium y siempre que se bañaba yo me bañaba con ella. Me ponía crema y me cuidaba también en la playa.
La yaya fumaba mucho y eso no me gustaba nada. Un día tuvo una trombosis y tras pasarlo muy mal, se recuperó un poco y nos dimos cuenta de que ella por naturaleza debía de haber sido zurda.Y me hizo mucha gracia porque yo soy la única zurda de mi casa.
Un día de verano, el 2 de agosto de 1985 (el Santo de mi madre), la yaya estaba en la terraza de casa con nosotros. Después de la trombosis se quedaba en mi casa y dormía en mi habitación. Recuerdo que me mandó a por tabaco abajo. Yo le dije que no debía de fumar, que los médicos se lo habían prohibido y me enfadé con ella. La verdad es que no recuerdo si le llegué a comprar el tabaco o no. Creo que sí. Estando en la terraza, dijo que se iba un momento al cuarto. Cayó en mi habitación de golpe y el grito de mi hermano fue desgarrador. La llevaron al hospital, pero al rato murió.
Recuerdo que no podía dejar de pensar que se había muerto mientras yo estaba enfadada con ella. No sé si le demostré cuánto la quería, no lo recuerdo. Aún hoy, no puedo evitar pensar que nos "despedimos" enfadadas y me mata la rabia. Porque la quería muchísimo.
Esa noche la pasamos con nuestros abuelos paternos en su casa. No nos dejaban llorar a mi hermana y a mí (los demás no sé dónde estaban) porque hacíamos mucho ruido. Recuerdo que en la tele salía José Luis Moreno en el programa "Entre amigos". Desde entonces odié a aquél tipo y a mis abuelos paternos. Y no pude dormir.
Al día siguiente no me dejaron ir al entierro. Era demasiado pequeña, decían. Vi su esquela en el periódico. Pero a la yaya no la vi nunca más.
Y siempre me acuerdo de ella, aunque no lo diga en alto. Siempre la recordaré en bañador, a veces con su gorro, enseñándome a nadar. Sé que me quiso un montón, más que mucha gente en mi vida. Y yo la quise a ella. Me habría gustado haberla tenido un poco más de tiempo. Pero no pudo ser y tengo sus recuerdos. Es lo que me queda.
PD: Por cierto nació un 31 de marzo de 1910. Mañana haría 99 años. Lindo número, pero utópico.
(EDITO)... Hoy, día de su aniversario he descubierto que mi yaya era aún más especial de lo que yo pensaba. No sabía que se enfrentó a sus padres para poder casarse con mi abuelo y que durante años, no fue bien vista por gran parte de la familia. Mi abuelo era de familia humilde y en una casa tan elitista como la de ella debió de ser complicado. Así que dijo: -Ahí os quedáis-
Y tampoco sabía que mi abuela trabajó para traer más habichuelas a la mesa. Fue costurera.
Y aunque lo pensara, porque lo sentía así, no sabía que ella decía que le hubiera gustado nacer en otra época, más adelantada, con más libertades para las mujeres. Y es que hoy he descubierto más cosas de mi abuela. Y nunca deja de sorprenderme. He hablado con una de sus hijas y con una sobrina esta tarde. Y las dos me han emocionado por ese amor incondicional hacia ella. Si antes me sentía orgullosa, ahora no quepo dentro de mi orgullo. Soy nieta de mi abuela.