
Dos mujeres. Amaya Salazar.
La petite mort, la llaman
-otro capítulo más en nuestras vidas-.
Ese vaivén, ese columpio de sensaciones...
esa fuente inagotable de diversos sabores
(desde la mermelada a la sal).
Y al final, tras el grito y los sudores,
un silencio que apacigua corazones.
P.N.T.
Oh este fue mi escrito preferido del concurso! No me digas que era tuyo!!!
ResponderEliminarEso dicen las malas lenguas... ya sabes: "Lamar Entregada".
ResponderEliminarUn día te contaré por qué lo escribí, cuándo y dónde. Al menos ya sabes a quién va dedicado, no?
Un besazo, guapa.
Es preciosa la forma que le das a ese recuerdo, Corde. Me encanta el paréntesis: "(desde la mermelada a la sal)".
ResponderEliminarSería bonito que contaras algún día el por qué, el cuándo y el cómo. Aunque podemos imaginarnos la inspiración.
Un besito.
Mi querido Julien:
ResponderEliminarCreo que es lo mejor del poema (el resto es cursi, pero qué le voy a hacer).
La próxima vez que nos veamos, ya en la boda, te lo contaré todo, jejejeje.
Un besico.
Precioso Corde... ;-)
ResponderEliminarNo me canso de leerte, no me canso de mirarte, no me canso de admirarte, no me canso de quererte.
ResponderEliminarNo me canso.
Me encanta la petit mort. Me encantó este relato.
ResponderEliminarUn día de estos hablamos.
Besicos miles ;)
Tres besos, uno para ti, otro para ella, y un tercero para las dos. Amaos sin medida.
ResponderEliminarTambién fue mi prefe... ;)
ResponderEliminarbesetes