
Dos mujeres. Amaya Salazar.
La petite mort, la llaman
-otro capítulo más en nuestras vidas-.
Ese vaivén, ese columpio de sensaciones...
esa fuente inagotable de diversos sabores
(desde la mermelada a la sal).
Y al final, tras el grito y los sudores,
un silencio que apacigua corazones.
P.N.T.