domingo, 3 de mayo de 2009

Contadores de historias...

Como maestra, me encantaría saber contar historias, tener ese don que sé objetivamente que no tengo -de momento-. Ahora que estoy dando historia de España (esta semana he comenzado la edad moderna), sería feliz si mis alumnos disfrutaran con lo que les cuento, ya que la historia son vidas contadas cronológicamente y según el matiz que emplees al contarlas, serán historias apasionantes o serán verdaderos quebraderos de cabeza para unos chavales que no valoran lo suficiente esta asignatura, porque piensan que sólo existe el presente y el ahora más inmediato.

Como persona, sería feliz contando historias a aquellos que quisieran escucharme. No me importa tanto el medio como el hecho de tener una necesidad de transmitir correctamente lo que siento, lo que pienso y lo que me gustaría que experimentaran los demás. Y, claro, si hablo consecuentemente, sé que no soy una virtuosa en el arte de expresarme de la manera más adecuada en el momento más oportuno.

Así que, sabiéndome cuando menos más aprendiz que maestra en estas lides, voy a intentar resumir el placer que me produce una historia bien contada.

Cuando leo la primera frase estoy excitada a la par que expectante. La primera impresión puede condicionarme el resto de la lectura, me ha pasado infinidad de veces.

Si después del primer párrafo estoy enganchada y ya no puedo dejar de leer sonrío para mí, porque soy consciente de que voy a vivir un momento de felicidad, aunque sea el texto más duro que pueda imaginar. Si por el contrario no he conseguido aferrarme a las palabras, leo para saber si la historia mejora en las sucesivas líneas o es que me he encontrado con uno de aquellos que no tienen el don o no lo han adquirido por mucho que lo hayan trabajado.

Si a lo largo de la historia imagino cada situación, cada paisaje, cada cualidad o cada conversación, sé que esa vivencia va a pasar a formar parte de mí. Si la imaginación no fluye, dejo de leer porque entonces sí que ya no tiene remedio.

Y si el final es feliz y me siento así, es que ha sido una historia maravillosa. Y si el final me deja tirada llorando por la pena ajena o me mantiene sin aliento o, incluso, me deja confundida, ese relato ha conseguido lo que perseguía, meterme dentro de él.

Es maravilloso leer y escuchar a los contadores de historias. Será maravilloso si un día logro transmitir tanto en cada texto que escriba o cada lección que explique. Voy a seguir intentándolo, ¿por qué no? Al fin y al cabo el que no lo intenta nunca tiene la posibilidad de conseguirlo...

Os dejo una bonita historia cantada. De Serrat, claro.



PD: Gracias a aquellos que logran emocionarme con sus historias blogueriles o de cualquier otro tipo. Algunos sabéis quiénes sois porque os lo he dicho y lo he demostrado de mil maneras. Gracias por ayudarme a mejorar en tantos y tantos aspectos en los que vosotros sois maestros y yo intento ser una alumna aplicada.

10 comentarios:

  1. Siempre consigues transmitir lo que sientes en estos textos tuyos, a veces de tal manera que me siento identificado con algunas historias, sentimientos, sensaciones, y hago mias esas vivencias
    Como siempre, es un placer leerte
    Besitos
    Keko

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  2. Querida Corde,

    Me encantan tus relatos, a mí me pasa algo curioso y es que cuando leo lo que una persona ha escrito, intento imaginármela cómo lo diría, ahora que ya sé cómo sería en tu caso, sigo con un smile :D

    Besicos y sigue contándonos historias.

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  3. Nadie como tú para contar historias.."sobre todo" cuando plasmas tantos sentimientos en ellas.

    Me gustan los finales felices...las historias de superación..esos cachitos de tu vida que nos enseñas aquí.

    Tu emocionas..querida maestra.

    Muchos besicos.

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  4. Mi querida Corde:

    ¿Ha escuchado usted a todos los demás "comblogantes" y lo que le han dicho?
    Pues ahora escúcheme a mí.

    Para atraer a los demás en torno a usted en persona, o en torno a lo que escribe, lo esencial es TENER ALGO QUE CONTAR. Y usted tiene muchas cosas que contar.
    Otra de las cosas necesarias para atraer al otro cuando se explica algo es creérselo uno mismo, o dicho de otra manera, sentir pasión por aquello que se explica, decirlo con el corazón en la mano, sacarlo de las entrañas, y en eso es usted una autoridad en la materia.
    Pero además hay que tener la voluntad de encandilar, de encantar, de envolver, de conquistar, de convencer no sólo con el intelecto sino con los sentidos, con la cadencia y la evocación, si está escrito, con el tono y la mirada, si se tiene a los oyentes delante.
    No se trata de ser casquivana, ni siquiera intelectualmente, pero sí de no esconderse. No hay nadie que no sea capaz de seducir, como no sea un trozo de carne con ojos y sin alma.
    Porque en el fondo se trata de eso, de seducir al que tienes delante sea en el aula, y para su propio bien, en la mesa de un café, o a través de un medio escrito.

    La técnica se aprende. Leyendo o en un taller literario. Pero, como le comentaba más arriba, lo esencial es tener algo que decir y querer seducir.

    Y usted es una mujer muy seductora. No lo dude.

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  5. ¡Pero si tú eres una auténtica contadora de historias!!
    Y como dice Luisa "Tú emocionas"... y tanto que sí.
    Besos

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  6. ¡Pero si tú eres una auténtica contadora de historias!!
    Y como dice Luisa "Tú emocionas"... y tanto que sí.
    Besos

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  7. Bueno, yo creo que usted lo hace la mar de bien, así que no se preocupe por ello Acorde. Seguro que sus alumnos la recordarán siempre para bien.

    Tiene que ser bello eso de contar historias...si.

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  8. Mmmmm, la contadora de historias se ha quedado sin historias que contar, porque hace ya días que las está viviendo. Vive todos aquellos sueños que un día imaginó y como no se los quiere perder, ha dejado abandonado un poquito el blog. Volverá, en cuanto la vida le deje... Será más pronto que tarde... o eso creo.

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  9. Por cierto, que soy una desagradecida...
    Gracias a todos y un besico con abrazo terapeútico incluído.

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  10. ¿Qué haces que no actualizas, gandulilla? ;)

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