domingo, 13 de julio de 2008

Cuando te mudas...



   Cuando te mudas a la velocidad de un rayo, como me ha sucedido a mí, todo lo que acontece se convierte en sobresaltos. Si el jueves pasado firmaba el contrato de alquiler, este lunes ya dormía en mi nueva casa. De esta forma es como si quitaras una pedazo tirita de un tirón, para que haga menos daño a quien le duele.

   Es curioso, porque pasas de estar oyendo gritos y gente por todos lados, al más absoluto de los silencios en unas pocas horas. Y hay que reconocer que se agradece infinitamente, aunque te encuentres con que no puedes comentar las cosas que suceden con nadie.

  Una de las cosas que más me llaman la atención, es cuando estás metiendo todo en cajas y te das cuenta de todos los recuerdos que guardas. Primero los recoges y después tienes que volver a colocarlos en un nuevo emplazamiento. Y es en ese instante cuando ves que, las fotos, los libros, los discos, las cartas, etc, forman parte de lo que has sido y de lo que eres. Y los recuerdos de otras épocas te sobrecogen, te inundan los flashbacks en tu mente y surge ese remolino de sentimientos. Creo que me encuentro en esa fase, que es preciosa y dolorosa al mismo tiempo.

  Cuando te mudas, no sólo trasladas tus cosas de un sitio a otro, sino que los recuerdos deben mudar también y quedarse ordenados en la cabeza, en el lugar correcto. Y eso, me temo que no siempre es fácil.
  

6 comentarios:

  1. Jo, cómo te entiendo Acorde.

    Corazón de mudanza.

    Besos!

    ResponderEliminar
  2. Y además de las cajas, el salón, la cocina... se te pone el alma patas arriba. Disfrútalo Corde, que también tiene su lado bueno ;-)
    Un besito.

    ResponderEliminar
  3. De hecho, a mi corto entender, diría que el lado bueno es bastante más destacable: nunca está uno más cerca sí mismo que dejando chorrear los recuerdos por la frente. Seguro que a la vista de tantas cosas que forman parte de tu pasado has estado a un pelo, por fin, de conocerte. Y, seguro, de estar encantada de conocerte.

    Al fin y al cabo, solo somos el resultado de lo que hemos sido. Y no hay que olvidar el proceso.

    Un beso enorme, y disfrute de su hogar y de sus recuerdos. Y búsquese un colega para que cargue con los trastos.

    ResponderEliminar
  4. Por cierto, sue, ¿qué tengo que hacer para que salga una fotico en los comentarios?

    ... Mu gonito el pez payaso.

    ResponderEliminar
  5. Corde, la entiendo. No solo en las mudanzas pasa esto. A veces cuando quieres poner orden en tu casa, empiezas a sacar cosas que tenias no se donde y empiezan a estallar los recuerdos en tu mente. A veces ni me reconozco en el pasado. Y a veces tampoco en el presente. Es como darse cuenta que aunque nos parezca que no hemos cambiado nunca, hay una metamorfosis que va despacio, pero que al fin y al cabo, siempre esta evolucionando(no quiero pensar que puede involucionar...)

    ResponderEliminar
  6. Me parece valiente y enriquecedor lo que estás haciendo. Estar solo tiene millones de cosas buenas, como aprender a escucharte, conocerte y rescatarte sin necesidad de nadie.

    Los recuerdos son eso. No hay que ordenar ni olvidar nada. Hay que respetarlos, mirarlos y quererlos. Están porque sí y se irán cuando quieran.

    ResponderEliminar